Relatos cortos, criticas y algunas cosas más.

lunes, 3 de diciembre de 2012

39. KYLE



            Era un ángel, heavy, pero ángel al fin y al cabo. Nos había traído una enorme fiambrera con guiso para dos días y algunas latas de cerveza, entre otras cosas. Verla en el umbral de mi nuevo hogar (el trastero) con dos bolsas reciclables llenas hasta arriba y esa carita de no querer molestar, me destrozó por completo.
            Me levanté de donde estaba y me senté a su lado, a escasos centímetros de ella. La piel me ardía allí donde mi rodilla rozaba con la suya.
            - Ven, siéntate aquí. – Le indiqué un lugar sobre la alfombra, entre mis piernas. La mirada atónita que me dedicó no tenía precio.
            - ¿Cómo dices?
            - Siéntate aquí en la alfombra, te voy a dar un masaje que lo vas a flipar.
            Pero no titubeó, se levantó y fue a sentarse donde yo le decía, y esa fue mi perdición porque comencé a arder de adentro hacia afuera, por combustión espontánea.
            Cruzó sus largas piernas y se apoyó en sus brazos también cruzados sobre el arcón de mimbre que hacía las funciones de mesa baja. Era tan alta que apenas tuve que inclinarme sobre ella. En cuanto puse mis manos en sus hombros, debieron aparecer chispas que no comprendí porque no me daba calambre.
            La camiseta era de fino algodón y al tacto era como si llevara la más ligera de las sedas. O tal vez eran mis ansias por prescindir de la tela. Hubiera estado fuera de lugar pedirle que se quitara la camiseta, por ello tuve que morderme el labio para evitar que las palabras salieran de mi boca.
            Pero lo más intenso de todo fue cuando ella dejó escapar un sonido a medio camino entre suspiro y gemido. Me entraron ganas de besarla, pero me detuve a tiempo, apenas me conocía y no quería que saliera huyendo. Sonó la puerta y Jared hizo acto de presencia, bajo mis dedos noté como Riley se tensaba.
*          *          *
            - Hoy he visto a mi madre.
            No aparentaba estar particularmente emocionado.
            Riley hacía un buen rato que se había ido después de haber cenado los tres juntos. Ahora estábamos cada uno en “nuestra” cama, a oscuras y justo cuando creía que él ya estaba dormido.
            - No pareces muy contento de haberla visto.
            - No lo estoy.
            Aquí estaba otra vez Jared “el enigmático”, supuse que habría que sonsacarle la información, como siempre.
            - Pensé que vivía en las afueras.
            - Y yo.
            Iba a ser lento y difícil, pero conociéndolo como lo conocía, sabía que esta vez quería hablar del tema, solo necesitaba un leve empujón.
            - Pero tú no te la has encontrado en las afueras. ¿Verdad?
            - Fui a llevar material a un edificio y coincidí con ella en la entrada. Ha perdido la casa, el cabrón con el que estaba le hizo una jugarreta. – Jared hizo una pausa tan larga que supuse que había terminado de hablar, me dispuse a intervenir pero él continuó. – Me ha dicho que puedo volver a casa. ¡Ja! Como si ese fuese mi hogar. ¿Quién me asegura que no volverá a echarme?
            - Has rechazado la oferta. Bien por ti. – Respondí para animarle.  Yo no lo habría hecho, pero Jared estaba muy dolido, y con razón.
            - Le he dicho que seríamos dos.
            ¿Cómo? ¿Dos? ¿Había contado conmigo también? ¿Había aceptado la propuesta? ¿Una casa como Dios manda?
            - ¿Lo has pensado bien?
            - Perfectamente. Pero debo advertirte algo. – Permanecí en silencio esperando lo que viniera a continuación. – No esperes una familia ideal.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Durante todo este tiempo no he estado tan ocupada como para no pasarme por mi blog, pero mi conexión a internet dejaba mucho que desear. Ahora estoy aqui, he vuelto para quedarme, tengo internet de fibra optica y supongo que... hasta que el cuerpo aguante.

Pero el que no haya publicado nada por aqui, no quiere decir que haya estado inactiva. Ya sabeis que la mente nunca descansa, no necesita recargarle las baterías... en cualquier momento, en cualquier lugar... siempre está en marcha.

miércoles, 11 de julio de 2012

Mi problema es que no me puedo estar quieta. Escribo (últimamente, más bien poco) y ahora he comenzado con clases de solfeo... ummm, y yo que no sabía qué era una corchea, semicorchea, fusa y semifusa.
Ahora se distinguir las notas según donde estén colocadas... siempre y cuando estemos en clave de sol, jajajaja. Pero voy avanzando, mi instrumento... el clarinete, eso espero.

miércoles, 2 de mayo de 2012

38. RILEY


            Llevaba varios días sin ir a hacerles una visita a Jared y Kyle en su madriguera. Como los dos tenían trabajo era más difícil coincidir con ambos a la vez, aunque quien más me interesaba es Jared y no es que me prestara mucha atención.
            Me presenté en el trastero con una bolsa llena de comida, toda hecha por mí y no era por presumir, pero era deliciosa porque se me daban realmente bien los guisos. Solo estaba Kyle, que pareció muy feliz de verme, era un tío que sabía ser agradecido, siempre ponía esa cara feliz, todo dientes cuando le preparaba algo de comer aunque solo fuera un bocata del bar.
            - Me pillas que iba a darme una ducha. ¿Te importa esperar?
            - Oh, no. Veré un rato la televisión.
            - Coge una Coca-Cola del frigorífico… siéntete como en tu casa. – Tomó una toalla de las que yo le había traído en otra ocasión y una muda de ropa interior, parecía muy feliz cuando se encerró en el baño.

            Cuando entré al baño, accidentalmente me encontré con Kyle. Solo llevaba puesto un pantalón vaquero e iba descalzo.
            - Perdona, creí que ya habías terminado. – Me volví para salir pero él me retuvo sujetándome por el brazo.
            - Ya he terminado. Estoy listo.
            Y efectivamente estaba listo, para comérselo con los ojos. Llevaba desabotonado el pantalón y le quedaba caído colgando de sus estrechas caderas. Me permití un vistazo detenido: tenía unos bíceps para hacerme suspirar y estaba bronceado. Ningún tatuaje a la vista, lo que me llevó a fijarme en una cicatriz que arrancaba de debajo del pezón izquierdo y que le llegaba al costado.
            Un escalofrío repentino me sacudió cuando me permití pensar en el origen de esa cicatriz. Sin pensarlo y de forma inconsciente, me vi llevando la mano a la cicatriz, y en las yemas de los dedos noté el tacto rugoso de la piel, acompañada a ambos lados por unos rastros punteados de donde debieron estar las grapas.
            - ¿Qué fue? – Me vi preguntando a la vez que me inclinaba descaradamente para verlo más de cerca.
            - Una disputa territorial. Ocupé el sitio de otro. Pero fue hace mucho tiempo, al principio del todo. – Se alejó de mí y yo me incorporé avergonzada. Me lavé las manos, como era mi intención, mientras me observaba en el espejo. Estaba ruborizada, en claro contraste con el negro de mi ropa.
            - Deberías comprarte alguna camiseta en rojo… – Lo miré sin comprender. – Te sienta bien ese color. – Terminó indicándome con un gesto mis mejillas.
            Después de un rápido secado en la toalla de mano, fui hasta el supuesto salón y me senté en el otro sofá. Me dejé caer perezosamente contra el respaldo, estaba más cansada de lo que creía.

lunes, 6 de febrero de 2012

37. JARED

    Era inmensamente estimulante volver a tomar las riendas de mi vida. Teníamos un sitio al que acudir a dormir por las noches, solo para nosotros, pagábamos un alquiler por ello. Kyle trabajaba en esa empresa de seguridad, vigilando en los polígonos y en los hipermercados.
    Yo apenas llevaba un mes en la empresa de materiales de construcción, tal vez iba siendo hora de buscarme un medio de transporte ya se me iba buena parte del sueldo en desplazamiento en bus.
    Tomé la carpeta del tablón de pedidos, debía llevar unos materiales no muy lejos de allí. Era una ruta sencilla, subí a la furgoneta y no perdí el tiempo, hoy quería salir temprano para preparar la cena, teníamos invitados: Riley y los chicos de la pandilla. Amber se mostraba bastante receptiva conmigo. ¿Cuánto hacía que no ligaba? Dios, no lo recordaba, cuando uno vive en la calle la gente no mira más allá de unas ropas gastadas y en ocasiones ajadas.
    Kyle era otra cosa. Las mujeres se dejaban adular, unas cuantas palabras bonitas y habían abierto sus monederos para él, si se hubiera empeñado habría conseguido que se abrieran incluso de piernas.
    Con Riley era distinto. Esa extraña chica no caía en sus redes por mucho que él se empeñara. Kyle “el seductor” no conseguía atrapar a la chica flaca y larguirucha que parecía avanzar a remolque por la vida.

    Detuve el vehículo frente al número cuarenta y seis, bajé a la acera y observé el edificio. Necesitaba algunas reformas, eso estaba claro, pero una vez en el interior comprobé que se encontraba en buenas condiciones. Tan solo una nueva capa de impermeabilizante en la azotea, un buen repaso a la fachada y los escalones de la entrada que estaban descascarillados. Todo eso que yo supiera, tampoco era experto en el tema. Llegué a la conclusión de que no era experto en nada, y eso solo hizo entristecerme un poco esa mañana.

    Empujé la carretilla y la subí por los maltratados escalones hasta que llegué a la puerta principal, alguien tuvo la amabilidad de sujetarla mientras yo pasaba.
    - Gracias por… - Me giré de cara a esa persona y el resto de lo que iba a decir murió en mi boca antes de ser dicho y se evaporó de mi mente a la misma velocidad.
    No sabía quién de los dos estaba más sorprendido, si ella o yo. El más anonadado debía ser yo, pues ni en toda mi vida habría esperado encontrarla allí. Y estaba pálida como un muerto. Solté la carretilla y me atreví a sujetarla por los codos cuando ella pareció perder la estabilidad.
    - Mamá. – La senté en el interior, en un macetero vacío que había en la entrada. - ¿Te encuentras mejor?
    Mi madre levantó la cabeza y me miró a los ojos, volví a sentirme como un chiquillo, antes de que las cosas se complicaran en casa. Ella asintió, comprobé que el color regresaba a su rostro y la vi sonreír, con timidez al principio, luego volvió a ser la de siempre, orgullosa.
    - ¿Qué haces aquí? – Pregunté preocupado, no era nada normal encontrar a mi madre fuera de la pequeña población donde vivíamos desde siempre.
    - Esto… tuvimos que mudarnos. Héctor nos echó de casa.
    - ¿Que os echó de casa? – Me incorporé aturdido. Eso era imposible, nadie podía echarla de su propia casa, él era el parásito: Héctor, quien había llegado y se había limitado a chupar y chupar igual que una sanguijuela. – Mamá, la casa es tuya. Nadie puede echarte de allí.
    Mi madre se ruborizó y yo intuí que no se atrevía a contarme algo importante.
    - Pedimos una hipoteca porque él quería abrir un negocio. Luego resultó que le fue mal y el banco se quedó con la casa.
    - Cabrón. – Mascullé demasiado enfadado para moverme, yo lo sabía desde el principio. Los alerté sobre el tipejo, a ella y a mi hermano pequeño, pero no quisieron escucharme. Aunque, no debería quejarme, al fin y al cabo a mí también me echaron a la calle como a un perro.
    Me senté a su lado en el macetero, ella parecía muy digna pese a lo que me contaba.
    - ¿Qué fue lo que ocurrió exactamente? ¿Cómo os pudo echar a la calle?
    - Él compró la casa en la subasta pública.
    - Pero si era un muerto de hambre, él no… - Entonces todo comenzó a cuadrar. Había estado jugando con nosotros, viviendo a nuestra costa pero nunca tenía suficiente. Ahora tenía una casa a precio de saldo y la mujer que lo había adorado y complacido por encima incluso de su propia familia, había terminado en la calle.
    Una minúscula parte de mí y muy escondida en lo más profundo de mi ser, aplaudió por la justicia poética del hecho OJO POR OJO. Pero no dejaba de ser mi madre y mi hermano.
    - Y ahora vives aquí.
    - Ahora estoy aquí. Llevo algunos meses, afortunadamente el trabajo me va bien y Dean puede seguir estudiando.
    PERO YO NO… pensé sintiéndome abandonado. A nadie se le ocurrió pensar que yo querría seguir mis estudios, quizás ir a la universidad.
    - ¿Dónde has estado todo este tiempo?
    - Es curioso que lo preguntes ahora.
    - He estado preocupada todo este tiempo.
    - Permite que lo dude. ¿Acaso saliste a buscarme?
    - Supuse que tal vez estarías mejor en casa de algún amigo.
    Ya, solo que había descubierto que no eran tan amigos como esperaba: unos demostraron claramente que no querían ayudarme y otros no quisieron complicarse la vida.
    - Pues he estado viviendo en la calle, con los vagabundos. – Sentía que debía ser sincero, que ella supiera de primera mano que había tenido que buscarme la vida y dormir en la calle.
    - ¿Dónde paras ahora? Veo que estás trabajando.
    - Ya, siempre fuiste muy observadora. El caso es que he descubierto que los desconocidos pueden portarse mejor que los conocidos.
    - Te refieres a mí y lo siento, hijo. – Me miró un instante pero enseguida apartó la mirada, como si le quemara el contacto visual. – Déjame compensarte.
    La miré de reojo y esperé a ver qué era lo que tenía en mente y no pudo sorprenderme más.
    - Vuelve a casa, en la habitación de tu hermano hay una cama libre. No es mucho, pero es lo único que puedo ofrecerte.
    - ¿Estás segura de que me quieres de nuevo en tu vida? – Por alguna razón, y pese a ser su hijo mayor, el primero, parecía que desde que dejé de ser niño ya no encajaba en su vida. De hecho, dejé de ser un niño para convertirme en el cabeza de familia, quizás ella no podía soportar que yo ocupara ese lugar.
    - Sí, lo estoy. Vuelve a casa.
    Pero no sería “volver a casa” exactamente, ya no era mi hogar, ahora era un lugar extraño… con gente extraña.
    - Solo volveré si puedes acoger a alguien más. – Eso consiguió despertar su curiosidad.
    - ¿Una chica?
    - No, un chico. – Sabía que sonaba raro, distinto a como era en realidad, intenté que sonara diferente, tal y como era realmente. – Un amigo, como un hermano para mí.
    - Tú ya tienes un hermano, de tu sangre. – Y noté que al decirlo parecía resentida, me dio igual.
    - A veces la sangre… traiciona.
    Debería sentirme bien, satisfecho por lo que acababa de decir, pero yo no era ese tipo de persona. Esto no me divertía, aún me dolía que mi madre se hubiera desecho de mí.
    - Está bien. Trae a tu amigo, pero para él solo hay un plegatin en el salón. Espero que se conforme.
    - Lo hará. – Si ella conociera como era Kyle… lo agradecido que era… - Incluso te pagaremos parte del alquiler.

lunes, 30 de enero de 2012

36. KYLE

    Cuando esa tarde entré en la cafetería, Jared no me acompañaba. Hacía algo más de un par de semanas que estábamos viviendo en el trastero de los hermanos Wrae y en ese tiempo Jared había conseguido trabajo en una empresa de materiales de construcción. Yo venía a darle a Riley las buenas noticias, después de algunas cosillas sueltas por ahí, entre ellas trabajar en una empresa de mudanzas y un par de noches de portero de una discoteca, finalmente conseguí  un contrato.
    Riley estaba inclinada sobre sus apuntes, las gafas puestas y el cabello recogido tras sus orejas. Supe de su concentración al verla juguetear con el arete de su labio, la punta rosada de su lengua acariciaba una y otra vez ese trozo de titanio.
    - Hola, guapa.
    Levantó la vista del libro y me sonrió, esa sonrisa genuina en la que me mostraba sus dientes perfectos. Dejó a un lado la tarea y se colocó frente a mí.
    - ¿Qué tal?
    - Buenas noticias. – Le confesé y vi que resplandecía de interés. – Tengo un contrato, empiezo hoy.
    - ¿Hoy? – Comprobó la hora en el móvil y me miró confundida. – Es un poco tarde, ¿Dónde vas a trabajar?
    - Empiezo hoy con el turno de noche como vigilante de seguridad en el polígono industrial.
    A decir verdad, junto a mis pies, en una bolsa, llevaba el uniforme que me habían asignado. Cuando luego llegase a la empresa recogería el vehículo, el walkie y algunas cosillas más que me hicieran falta.
    - No sabía que tuvieras permiso de conducir. – Me dijo cuando le comenté lo del vehículo.
    - Mujer de poca fe, pues claro. Soy un hombre de recursos.
    No me ofendían sus palabras, imaginaba que ella lo decía por lo de vivir en la calle, pero aquello había sido un buen golpe del destino. Cuando pude llegar a los pedales del coche, mi padre insistió en que debía aprender a conducir, y me enseñó cuanto recordaba de la teoría al respecto. Luego solo fue cuestión de presentarme a las pruebas cuando alcancé la edad.
    - Así que entras en un rato, ¿no?
    - Podría decirse. Lo que tarde en llegar a casa… – Me detuve pensando que era lo más parecido a casa que había conocido en la vida. – Lo que tarde en llegar a casa y cambiarme de ropa.
    - Comerás algo. ¿Verdad?
    Antes de que pudiera quejarme se alejó de mi lado y se acercó al ventanuco de la cocina, habló con Adrian un instante y volvió a colocarse frente a mí. Se dejó caer con los codos en el mostrador y su rostro quedó a algo más de una cuarta del mío, lo que pasó en ese instante por mi mente tuve suerte de reprimirlo, pues entonces habría estado metido en un buen lío. QUISE BESARLA… Pero solamente le sonreí, con esa sonrisa mía pícara que sabía que volvía loca a cuanta mujer se la había dedicado, niñas, madres y abuelas.

lunes, 16 de enero de 2012

35. RILEY

    Si me llega a ver mi madre rebuscando en el armario de la ropa de hogar le habría dado un infarto, no por el hecho en sí, sino por la hora. Debía agradecerle a ella que le gustasen tanto los juegos de cama y tuviera una extensa variedad, así no los echaría en falta. Y las toallas habían sido un detalle de última hora, la que Kyle llevaba se veía transparente de tan fina como era.
    Kyle… cuando llamé a la puerta no esperaba ese recibimiento. Una no es de piedra y esos pectorales y el vientre plano y musculado también me hacía tambalear sobre mis rodillas, la pena es que me sentí ruborizar y apenas le miré. QUÉ TONTA.
    Mi primera intención era ver a Jared, pero era evidente que me iba a quedar con las ganas. De todos modos había una pequeña idea que se iba abriendo paso poco a poco en mi mente y a la que no quería prestar atención: A JARED NO LE GUSTABA, ES MÁS, PARECÍA COMO SI NO ME SOPORTARA.
    Una vez estuve cómodamente arropada en mi cama llegué a una conclusión: JARED JAMÁS CAMBIARÍA DE OPINIÓN. Y la decisión fue que dejaría de pensar en él… si eso fuera posible.
    Me sentía tan agradecida a los chicos por haberlos acogido… que no se me ocurría cómo podía corresponderles.

miércoles, 4 de enero de 2012

Carlos Moreno Martín

He hecho un nuevo amigo. Un escritor como yo que escribe unas historias bastante interesantes y al que quiero promocionar desde mi blog.
Se llama Carlos Moreno Martín y tiene esos protagonistas masculinos un poco cabritos que a mi tanto me gustan.
El blog se llama asi Carlos Moreno Martín - La Guarida de las Palabras y prometo visitarlo con frecuencia.

¡Ya hay portada!

Ya hay portada para el libro de relatos cortos.  Se llamará ESE AMOR QUE NOS LLEVA, y mi relato, CAMBIARÉ TU VIDA, está incluido en él.
El 15 de marzo estará en las librerias. Asi que espero que compreis algun ejemplar, porque los otros relatos son extraordinarios y el mío... pues no digamos, pero como es el mio, pues a mi me parece perfecto.
No, en serio, he escrito mi relato con mucho amor y dedicación y es algo así como la segunda parte de otro relato más largo que no está publicado.
Enhorabuena para los otros autores del libro. Felicidades a todos.