Relatos cortos, criticas y algunas cosas más.

lunes, 4 de julio de 2011

24. KYLE

                - Y qué más da. Vamos. – Dije tratando de convencer a Jared. Nos hallábamos frente a la cafetería donde trabajaba Riley y yo estaba ansioso por verla de nuevo. No sé de dónde podía venir ese deseo ya que jamás me había gustado ninguna chica del modo que me gustaba ésta.

                Tenía algo que me hacía querer más y más, así como una droga, esperaba que no fuera igualmente nociva para mi salud, dejando a un lado el hecho de que sí era adictiva.
                Después de que yo volví del aseo, Riley se quedó con nosotros unos minutos más, rato en el que ninguno de los tres habló pero en el que me sentí bastante a gusto. No sé si ellos pensarían lo mismo, pero pese a lo hablador que soy, no me empeñé a llenar el silencio con palabras. Estuvimos observando absortos la fuente ornamentada que había en el patio frente a nosotros. Luego ella se despidió y se marchó con sus libros bajo el brazo.
                - Voy a mirar un rato en internet. ¿Te vienes?
                - No, me quedo a… ya sabes – dijo Jared señalando el cómic. – A leer un rato.
                Supe que echaría una cabezadita hasta que le despertase yo o el vigilante de seguridad. Al bajar las escaleras comprobé aliviado que este guardia de seguridad era el amable, dejaría a Jared dormir un rato.

                De modo que allí nos encontrábamos, mochilas al hombro, frente a la iluminada cafetería, decidiendo si entrabamos a degustar los churros y el chocolate.
                - ¿A qué viene tanto interés?
                No se lo pensaba decir, de todos modos era solo un encaprichamiento pasajero, pronto mis neuronas volverían a desempeñar su función y mi corazón dejaría de dar tontos saltos de entusiasmo cada vez que la tenía cerca.
                - Pagaremos. – Concluyó Jared y no tuve más que doblegarme y aceptar.
                Y entonces entramos en el local, un delicioso olor nos recibió y automáticamente mi estómago comenzó a enviarme mensajes subliminales… “comer, comer, comer”… Vale, mi estómago no entendía de sutilezas.

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