Solté la mochila en el suelo, junto al lavabo y me apoyé en la encimera para mirarme en el espejo. Tenía un aspecto horrible, con los ojos enrojecidos y la piel pálida. Al instante estaba aterido de frío como sudando copiosamente, sin duda una buena ducha caliente me serviría para aclimatarme. Antes de quitarme la ropa eché el cerrojo en la puerta, no acababa de creerme la hospitalidad a cambio de nada de esta chica, después de todo, bien podría ser una psicópata. Nadie va por ahí invitando a su casa a desconocidos… más que los locos descuartizadores y las chicas fáciles. Ella bien podría descuartizar a quien quisiera… era realmente enorme, aunque demasiado flaca, sin duda la carne había tenido que distribuirse a lo largo de sus extensos huesos.
Me deshice de la ropa y me metí en la ducha. Oh, el agua tibia cayendo sobre mi cuerpo fue un bálsamo inmediato, ojalá encontrase un trabajo que me permitiera vivir aunque fuese en una pensión de mala muerte… cama caliente, una buena ducha y deliciosa comida casera. ¿Por qué tuve que abandonar mi casa? Ahora no era tiempo para lamentaciones, ya estaba hecho y no podía dar marcha atrás en el tiempo.
Estuve deleitándome con el agua caliente hasta que empezó a salir más fría, me envolví con una toalla bastante esponjosa y salí del cubículo, me miré en el espejo.
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